Las
trufas negras nacen y se desarrollan en el subsuelo, a unos centímetros de la superficie y, por lo tanto, cuando las cosechamos vienen cubiertas de tierra e impurezas. Lo primero que hacemos es seleccionarlas y conservarlas en frío. A continuación, las sumergimos un rato en agua. Después, las cepillamos una por una hasta eliminar con sumo cuidado todos los tormos de arenilla y piedras.
Sin embargo, este proceso no es suficiente si pretendemos conservarlas durante mucho más tiempo. Para ello, es necesario un proceso especial que eliminará el 99% de los microorganismos que se encuentran en el interior y en la superficie de la trufa y eso solo se consigue con una máquina de ultrasonidos.
En esta máquina vertimos agua mineral sin cloro, en ella sumergimos las trufas. Usamos la vibración durante unos 10 minutos. Es un proceso sencillo, pero nos ayuda a conservarlas durante mucho más tiempo con el fin de poder seguir disfrutando de la trufa con una simple conservación en la nevera: hasta tres semanas después de la cosecha
El paso siguiente es secarlas a conciencia y guardarlas en el frigorífico con papel absorbente y en un recipiente cerrado para evitar que se trufen el resto de alimentos.
En
el Diamante negro del Moncayo pasamos por la máquina de ultrasonidos todas las trufas destinadas a la venta. Esto permite a nuestros clientes recibir nuestro producto en las mejores condiciones de conservación y para que pueda degustarlo con tranquilidad, a sabiendas de que le va a aguantar bastante tiempo en la nevera.
Nuestra máquina es una
GT-Basic 02 con doble potencia de limpieza, configuración de ultrasonido, control táctil y recubrimiento calorífugo. Es importante hacer uso de las nuevas tecnologías para seguir optimizando nuestra producción y dejar a nuestros clientes lo más satisfechos posible.
Si tienes cualquier otra duda sobre el proceso o quieres saber más sobre cómo
comprar trufa negra, contáctanos a través de las redes sociales.