El dicho popular dice que el perro es el mejor amigo del hombre, y nosotros añadimos que es
también el mejor amigo del truficultor, ya que es una pieza fundamental para llevar este
manjar, la
trufa negra, del campo a la mesa.
Sin un perro adiestrado, básicamente no podríamos recolectar trufas. Estamos por tanto ante
una pieza imprescindible. El adiestramiento es vital ya que un can poco entrenado podría
dejarse muchas trufas bajo la tierra, detectando por lo tanto un porcentaje pequeño de
diamantes negros.
La experiencia nos dice que cualquier raza de perro puede ser adiestrada para buscar trufas: el
tamaño influye poco o nada, y la edad tampoco. Sí es muy importante el carácter ya que se
necesita a un perro leal y con talante obediente. Si has conseguido adiestrar a
un perro obediente conseguirás que marque las trufas sin arañarlas o moderlas.
La forma de trabajar se basa en los incentivos o recompensas. Cada vez que el perro encuentra
una trufa hay que darle un premio: puede ser un alimento que le guste o un juguete al que
tenga aprecio especial. También podemos lanzarle una pelota a la lejanía para que la traiga de
nuevo.
En lo relativo a la jornada, un perro no debería estar buscando trufas más de dos o tres horas.
Necesitan descanso, como todos. También el ambiente es importante y es que un entorno
tranquilo, sin distracciones, evitará que el perro pierda el foco, que debe ser encontrar trufas
para obtener su recompensa.
En el oficio del truficultor, como en otras tantas facetas de la vida de las personas,
los perros no son solo unos animales, son tus compañeros de trabajo, los únicos
imprescindibles para realizar una buena cosecha ya que dependemos de su olfato y de su
dedicación. El mejor amigo del truficultor, sin ninguna duda.
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