En nuestro blog queríamos insistir en una de las pequeñas recetas que les permite a los aficionados a la trufa negra seguir disfrutando del intenso sabor y aroma de este maravilloso diamante que nos da la tierra.
Lo primero que hay que tener completamente asumido es que los aceites trufados que venden en los supermercados a veces tan solo llevan sucedáneos y aromas químicos que se acercan a la trufa, pero no llevan láminas de tuber melanosporum.
Trufar un aceite de verdad necesita que dispongamos de unos trozos de trufa fresca y de que los laminemos con un cuchillo bien afilado, cuanta más delgada sea la lamina mejor ya que, a mayor superficie de trufa, más intenso será el sabor del aceite.
Ya que nos ponemos a trufar un aceite, intenta que sea aceite virgen extra, el top de calidad de nuestros olivos. Ahí es donde se consigue un maridaje perfecto, que combina las propiedades organolépticas del aceite de oliva virgen extra con los matices de aroma y sabor de la tuber melanosporum.
Otra opción es rallar la trufa con un rallador doméstico. Lo importante es que a continuación, cierres el recipiente para evitar que esté en contacto con oxígeno y lo guardes en el frigorífico durante 24-48 horas para que el aceite se empape de la esencia de la trufa.
A continuación, con un colador separas la mezcla y puedes consumir las láminas o ralladuras en ensalada o para un bistec de ternera. El aceite lo tendrás conservado por separado y te servirá para darle un toque a las ensaladas, a tus risottos o a los platos de pasta. También en una escalivada o para una tortilla de patata. Las posibilidades del aceite de trufa son infinitas. Esperamos que os haya servido y os invitamos a comprar nuestra trufa a trozos para preparar vuestro aceite trufado.