La trufa negra, ese manjar que vive bajo tierra y no tiene raíces, se dio a conocer en todo el mundo a través de la “Exposición Universal” en París en 1855 y, unos años después, sus propiedades culinarias la hicieron ganarse el apodo de “Diamante Negro”.
La trufa que en el Diamante Negro del Moncayo cultivamos es la tuber melanosporum, a la cual le agrada un suelo filtrante, permeable, aireado y un clima mediterraneo que oscile entre el cálido y templado a lo largo del año.
Son más de 20 años conociendo y complaciendo los caprichos de este hongo subterráneo, ese que sabe compensar a quien entiende su proceso natural de desarrollo y le proporciona las condiciones que necesita.
Gracias a ello, en el Diamante Negro de Moncayo podemos ofrecer a los amantes truferos y a los curiosos gastronómicos que desean probarla por primera vez, una trufa con ausencia de impurezas, con un tamaño grande, forma redondeada y un aroma y sabor con un alto grado de calidad.
El Diamante Negro de Moncayo disfruta complaciendo paladares exigentes. No dudes en regalarte y regalar ese gustazo.